¿Qué importancia le estás a dando a la postura en tu práctica diaria?
En mi experiencia como profesora de violín he podido comprobar, una y otra vez, que cuando un alumno empieza desde cero con este instrumento, la clave para que pueda desarrollar un buen aprendizaje de la técnica está en que tenga una buena postura de base con el violín y arco colocados para tocar. El tema de la postura no es exclusivo del violín, ya que todos los instrumentos requieren una adaptación postural para poder tocarlos. Pero ¿Qué importancia se le da a este principio tan básico en la enseñanza instrumental?
Centrándonos en el violín, podría parecer que la postura va a ser incómoda porque se coloca en la parte superior del cuerpo y el contacto entre las cuerdas y el arco sucede bastante arriba, desplazándonos de nuestro centro de gravedad propio que se encuentra a la altura del ombligo. Esto, unido a que vamos a sujetar el violín muchas veces con la cabeza y la vamos a ladear en repetidas ocasiones para mirar el diapasón y los dedos, puede llegar a crear tensiones en la zona del cuello, hombros, brazos, manos y también en la zona lumbar, piernas e incluso en la cara.

Normalmente la mayoría de los profesores enseñamos a coger correctamente por separado el arco y el violín antes de unir ambos para hacer música frotando las cuerdas con el arco.
Pero por desgracia, una vez que ya se unen ambos, empieza a prestarse más atención a lo que se toca que a cómo se toca, sobre todo, en el ámbito académico donde existe una exigencia a nivel de programación que obliga a seguir avanzando con el repertorio. Y es bastante común encontrarse con alumnos avanzados con problemas de postura y de correcta sujeción del arco y el violín incluso a veces con contracturas y otras molestias.

Me parece fundamental dedicar las primeras clases a que el alumno se familiarice con la nueva postura que va a adoptar para tocar el violín.
En este artículo quiero abordar los tres puntos clave que, según mi opinión, pueden ayudar bastante a conseguir tocar con una buena postura:
Adaptar el violín a la propia postura natural
No es lo mismo adaptarse al violín que adaptar éste a nosotros y a nuestras características físicas. Revisaremos nuestro instrumento y con la orientación de un profesor o luthier, lo prepararemos para que se adapte perfectamente a nuestra fisionomía. Partiremos de una postura de pie con piernas ligeramente separadas para obtener estabilidad, rodillas ligeramente flexionadas evitando que estén bloqueadas, con espalda erguida sin tensión, hombros relajados y brazos a ambos lados del cuerpo sueltos sintiendo su peso natural. La cabeza centrada siguiendo el eje de la espalda. Desplazaremos ligeramente el peso de todo el cuerpo hacia la parte delantera de los pies. Esta postura es cómoda, natural y está libre de tensiones. A continuación, levantaremos los brazos simulando que cogemos el violín y el arco y que se adapta perfectamente a nosotros, a esta postura libre de tensiones en la que no hay necesidad de adelantar la cabeza.

Recomiendo caminar en esta simulación y también cuando tengamos el violín y el arco.
Las indicaciones del profesor serán fundamentales para aprender la correcta colocación del instrumento, pero éste se asegurará de adaptarla a cada alumno para evitar tensiones. Tenemos que pensar que la postura para tocar el violín no es estática, muy al contrario, se trata de un juego de equilibrios en movimiento continuo. En esta relación postural con el violín también tenemos que ser capaces de mantener una respiración fluida y de poder hablar o cantar en cualquier momento.
Eliminar las tensiones
Es muy frecuente la tendencia de querer apretar con ambas manos cuando se empieza a aprender a tocar el violín. Me imagino que se trata de una respuesta inconsciente que responde a la creencia de que apretando vamos a controlar mejor el instrumento. Pero nada más lejos de la realidad. Tendremos que conseguir eliminar todas esas tensiones aprendiendo a ser conscientes de nuestro propio cuerpo para detectarlas, incluso a veces para descubrir un posible origen mental o emocional de las mismas.
Hacer un calentamiento antes de tocar puede ayudarnos a conectar mejor con nuestro cuerpo y a desarrollar esa conciencia corporal.
También prestaremos atención a que las tensiones en una parte del cuerpo se transmiten a otras partes. En el caso de las manos se hace muy evidente cómo la tensión que aparece en una afecta directamente a la otra.
El trabajo de las tensiones es muy amplio y lo vamos abordando constantemente de diferentes maneras. Pero hay que estar muy encima para que no se conviertan en un obstáculo.
Repasar los básicos posturales
Aunque ya se tenga un nivel y se estén abordando estudios y obras complicadas recomiendo dedicar con frecuencia un tiempo de la práctica diaria a repasar estos básicos posturales generales sobre cómo nos sentimos con el violín, cómo cogemos el arco y el instrumento, y cómo es nuestro movimiento cuando interactúan ambos.
Por supuesto, que también recomiendo dedicar un tiempo a otro tipo de básicos como los relacionados con la producción del sonido, el ataque, el vibrato, la afinación, la motricidad fina y otros.
Pero no olvidemos que una buena postura va a estar a la base de todo lo demás.

Como resultado de una buena base postural nos daremos cuenta de que nos encontramos cómodos en todo momento. Al final nos sentiremos nosotros mismos en movimiento encontrando un equilibrio constante entre tensión y relajación, con la sensación de estabilidad en el suelo y sintiendo que podemos utilizar el peso de nuestros hombros. Además, podremos tocar mientras respiramos con naturalidad. Cuando terminemos nuestra práctica, observaremos que no tenemos ninguna molestia y que no se ha cargado ninguna parte de nuestro cuerpo.